A 5 años del asesinato de Nepomuceno Moreno


Ciudad de México a 27 de noviembre de 2016 (MPJD).- El 28 de noviembre de 2011, Nepomuceno Moreno Nuñez, integrante del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD), fue asesinado en las calles de Reforma y Pesqueira de la colonia Centenario, en Hermosillo, Sonora. Nuestro compañero. Nepomuceno participó en el MPJD desde la marcha de Cuernavaca al Distrito Federal; se incorporó a la Caravana del Consuelo en la ciudad de Durango, que partió de Cuernavaca rumbo a Ciudad Juárez, Chiahuahua. Nepo o don Nepo, como cariñosamente le decíamos en el MPJD, llegó a la Plaza de Armas de Durango cargando, al lado de la fotografía de su hijo y de sus amigos desaparecidos junto con él, una pancarta en la que podía leerse: “Autoridades de Sonora: ¿Dónde están nuestros hijos?”. Asimismo, estuvo en toda la ruta de la Caravana del Sur.
Como integrante del Movimiento don Nepo hizo público el caso de la desaparición forzada de su hijo Jorge Mario Moreno León que, según su testimonio, fue detenido el primero de julio de 2010 por policías del estado de Sonora cerca de Ciudad Obregón. También, ante las omisiones y colusiones del gobierno de Guillermo Padrés Elías (hoy preso) con el crimen organizado, señaló públicamente que “estaba resignado a pelear solito contra el gobierno de Sonora, ya ni me quieren recibir, se ríen de mí, antes iba al cuartel del Ejército para denunciar el secuestro de mi hijo; escribí cartas a la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) y nadie me hacía caso; hasta que me uní al Movimiento por la Paz veo que las organizaciones sociales tienen el poder para sentar al presidente Calderón en una mesa de diálogo y que los procuradores de justicia están obligados a recibirnos para reabrir las investigaciones”.
Con esa valentía, que siempre lo caracterizó, levantó una campaña para demandar a Guillermo Padrés Elías (hoy preso), solicitando una audiencia para la presentación de su caso; denunció públicamente los constantes amenazas de muerte que había recibido y solicitó a las autoridades de la entidad medidas de protección.
Como era de esperarse de un gobierno criminal como el de Padrés, jamás fue recibido ni atendido en su solicitud de medidas cautelares
Nuestro compañero asesinado nunca fue recibido por el gobernador ni su solicitud de protección atendida.
Durante el segundo encuentro del MPJD con el Ejecutivo Federal en el Alcázar de Chapultepec, el 14 de octubre de 2011, Nepo le entregó en propia mano el caso de su hijo al entonces presidente Felipe Calderón y le solicitó las medidas de protección que el gobierno del estado de Sonora no le había dado. La respuesta del gobierno federal fue la misma: el desprecio. Casi un mes después, el 28 de noviembre, se le asesinaba cobardemente, como se asesina en este país tomado por el crimen. Al igual que muchos y muchas en nuestro país, Nepo fue asesinado por amar a su hijo, reclamar justicia y buscar la paz.
Los responsables de su muerte fueron las autoridades federales y estatales que, al ignorar los señalamientos y las pruebas que responsabilizaban a funcionarios e integrantes de la delincuencia organizada en la desaparición de su hijo, permitieron que fuera asesinado. En primer lugar Guillermo Padrés Elías, al que no sólo debe acusársele de corrupción, sino de violaciones graves a derechos humanos. Qué responsabilidad tiene Padrés y los funcionarios encargados de la justicia de su gobierno en la desaparición de Jorge Mario Moreno León y de sus amigos, y en el artero asesinato de su padre Nepomuceno Moreno, es algo que exigimos sea esclarecido en el proceso que se le sigue al exgobernador de Sonora. No hacerlo sería contribuir al encubrimiento y a la injusticia. Padrés es un hombre corrupto, pero también y sobre todo un criminal que, como Javier Duarte, el exgobernador de Veracruz, es responsable de centenares de violaciones a los derechos humanos en su estado, violaciones por las que deben responder si queremos encontrar algún día la justicia y la paz. En segundo lugar, el responsable de ese crimen es Felipe Calderón que, prometiéndole en ese histórico diálogo que le proporcionaría las medidas cautelares que Nepo pedía, lo abandonó a su muerte.
Después de su asesinato, su familia, al igual que otras muchas, volvió a confiar en el Gobierno Federal, en la Procuraduría General de la República, en la entonces Pro Víctima, en la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas. Por desgracia han sido y continúan siendo traicionadas por estas mismas instituciones que siguen sin honrar su compromiso de proteger y atender integralmente a las víctimas.
A los familiares y amigos de don Nepo les manifestamos nuestro pesar porque a cinco años de su asesinato no han encontrado ni la verdad ni la justicia y les compartimos el cariño y admiración que le guardaremos siempre por su valor y dignidad. También destacamos la lucha que han emprendido junto con otras familias de personas desaparecidas a través del colectivo Red de Eslabones por los Derechos Humanos.
El asesinato de Nepomuceno se suma al de nuestro compañero Pedro Leyva, indígena defensor de los bosques de la comunidad de Ostula, Michoacán y a las desapariciones también de nuestros compañeros Eva Alarcón y Marcial Bautista, campesinos ecologístas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán.
Al igual que Nepomuceno, en los últimos años más padres y madres han muerto sin saber la verdad de lo sucedido a sus hijos desaparecidos, como Roberto Galván, quien murío buscando a su hijo Roberto, ajedrecista con categoría de maestro nacional desaparecido por policías estatales de Nuevo León en 2011; y como Margarita Santizo, madre de Esteban Morales, policía federal desparecido en Michoacán en 2009; casos que, desgraciadamente, se seguirán multiplicando por la impunidad y la falta de investigación de los casos.
Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad

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